En España, la subida al trono de los borbones dio lugar a la llamada guerra de Sucesión,
que fue a la vez un conflicto europeo y una guerra civil, y cuyo efecto
mas inmediato fue escindir el país en dos fracciones antagónicas. Se ha
especulado mucho en torno al papel desempeñado por los soberanos de la
nueva dinastía en el s. XVIII: Felipe V (1700-1746), Fernando VI (1746-1759), Carlos III (1759-1788) y Carlos IV (1788-1808), si descartamos al breve e intrascendente «reinado relámpago» de Luis I
)1724). Se ha dicho que los Borbones tuvieron una importancia capital
en el resurgimiento español del s. XVIII, pero tal idea es ilusoria: el
estímulo surgió de la misma sociedad española y del desarrollo económico
del país, y los monarcas apenas hicieron otra cosa que favorecerlo con
la implantación en España de una administración centralizada según el
modelo francés, a lo que les movió básicamente su deseo de afianzar el
absolutismo real.
La imagen que nos los muestra como soberanos ilustrados carece de fundamento: Felipe V y Fernando VI acabaron en plena demencia, y tanto Carlos III como Carlos IV
fueron de inteligencia nada más que mediocre. En su saldo negativo hay
que anotar, además de la costosa guerra civil que fue necesaria para
afianzarlos en el trono, su desastrosa política italiana, guiada por los
meros intereses familiares de la dinastía
En efecto, la reina Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V,
embarcó a España en una larga serie de conflictos internacionales,
movida por el afán de conquistar dominios italianos para sus dos hijos.
Así pudo establecer a Carlos en los reinos de Nápoles y de Sicilia, y a su segundo hijo, Felipe I Borbón, en los ducados de Parma, Plasencia y Guastalla. La muerte sin descendencia de los hijos del primer matrimonio de Felipe V (Luis I y Fernando VI), acabó llevando al trono de España a Carlos (Carlos III), quien cedió la corona de Nápoles a su tercer hijo, Fernando I Borbón,
con lo que surgió una nueva rama de los Borbones, la de los
Borbón-Sicilia o Borbones de Nápoles. A su vez, los descendientes del
infante Felipe daban origen a la rama de los Borbón-Parma que reinó en el ducado de Parma.